BEM-VINDOS AO APAIXONANTE MUNDO DE LETRAS PRECIOSAS E IMAGENS ENCANTADORAS, SEJAM LEITORES, OBSERVADORES, CRÍTICOS E PALAVRÓFILOS, LEIAM, LEIAM, LEIAM. MESMO QUE UM PROVÉRBIO POPULAR SÉRVIO DIGA QUE "A CABEÇA É MAIS VELHA QUE O LIVRO", ISTO É QUE O PENSAMENTO É MAIS ANTIGO QUE A ESCRITA, LEIAM, ISSO AGUÇA O ESPÍRITO, ENRIQUECE O VOCABULÁRIO E A ALMA, DESPERTA A CURIOSIDADE E FAZ VOS PALAVRÓFILOS CURIOSOS TAMBÉM...
Preguntas
y respuestas
Toda la gente sabe que una pregunta insolente merece una
respuesta valiente y la rica sabiduría popular ibérica lo ha confirmado
innúmeras veces. Aunque ninguna de las dos protagonistas de esta historia es de
origen hispánico o lusitano, tanto Ana cuanto Milena estudiaron español y
portugués y les fascinan las culturas de la Península Ibérica. Bien, digamos la
verdad, a lo largo de la historia, hubo muchas mentes brillantes serbias,
célebres o anónimas, que, gracias a su lucidez, se acordaron de inventar
aforismos, proverbios, sentencias, adagios, llámenlos como quieran, pero todos
ellos, en su esencia, son respuestas geniales a preguntas importantes en la
vida humana, sin necesariamente ser insolentes. Tanto Ana como Milena lo saben
y se sienten muy orgullosas de sus orígenes serbios, de las sabias enseñanzas
de su pueblo y de la heroica historia de los Balcanes, en que la guerra, la
miseria, el hambre y el dolor tuvieron
muchas oportunidades de ser los únicos maestros de millares de personas. Por
eso, cualquier serbio sabe, y bien, cuándo hay que mostrar los dientes de la
ironía y cuándo untar el bálsamo de la suave consolación cristiana, basada en
el sistema de valores tradicionales, y cuándo tiene que dar a la conversación
un sabor al irrepetible y reconocible sentido de humor, que tanto caracteriza
esta cultura europea.
Ana y Milena, dos grandes amigas de opiniones similares
acerca de asuntos importantes, de puntos de vista parecidos en lo que se
refiere a la religión, a la familia, a su país y a los otros, también son muy
hábiles en el uso de la lengua, su fiel arma en muchas batallas verbales, que
las dos mosqueteras, (así se tratan desde los tiempos de la Universidad) iban
ganando en más diversas situaciones. Escuchémoslas, entonces, han llegado sus
cinco minutos:
-¿Tú sabes hacer otra cosa a no ser estudiar?- le preguntó una vez a Ana
una chiquilla peliteñida, maquillada y perfumada, de ropas de marca (baratas
imitaciones compradas en Turquía o en uno de los puestos del Bulevar del Rey
Alejandro, antiguo Bulevar de la Revolución en Belgrado, a precio accesible,
pero que da uno de los pocos materiales de conversación a sus compradoras,
provincianas, que fueron a la ciudad capital, supuestamente para frecuentar la
Universidad y para ser ciudadanas académicas. Ésta, aquí en cuestión, de ciudadana y de académica tenía tanto
cuanto King Kong tenía de Mozart o de Benjamin Franklin…)
- ¿Y tú, sabes hacer otra cosa a no ser inventar preguntas idiotas?
Como todas las chiquillas peliteñidas, maquilladas y perfumadas, la
interlocutora de Ana se quedó “sin texto”, como se suele decir en el lenguaje
coloquial de la juventud de Serbia (claro, si el tema fuesen
nuevos zapatos, chismes sobre cantantes
o modelos (que andan con jugadores de fútbol, pues claro, ellos están llenos de
dinero), o sexo, el “texto” de la que interrumpió una conversación entre Ana y
Milena con su pregunta de importancia existencial, ocuparía centenas de páginas
(aún así, mal escritas y con graves errores de estilo, supongo).
-¡Genial! ¡Qué gran victoria, Ana! Esa
se lo merece y bien. ¿No viste cómo se quedó callada? Pues, claro, como
se dice en Portugal, “las voces del burro no llegan al cielo”… Jajaja.-
respondió Milena toda feliz, y las dos amigas siguieron conversando de sus
cosas (mucho más interesantes que el episodio que dio origen a este cuento).
Ana era delgada y Milena
tenía otra estructura ósea, era más alta y más fuerte que su amiga, pero a las
dos les encantaba su cuerpo tal como estaba. Por eso, cuando le preguntaban a
Ana: “¿Por qué tú estás tan flaca?”, ella tenía todo el placer en responder:
“Para disfrutar viendo como inútilmente te martirizas con regímenes y en los
gimnasios para adelgazar”. Una vez, antes de Milena se haber casado, una de las
familiares del futuro marido le hizo el siguiente comentario: “Milenita,
querida, me parece que, desde la última vez que te vi, estás más gordita, no?”
“Si quieres saber si estoy embarazada, para tu información, me voy a embarazar
sólo después de la boda.” Otra vez un silencio desagradable del otro lado y
nuevamente carcajadas y el enorme gusto por la palabra con que las amigas
contaban una a otra las situaciones en que algunos desocupados y aburridísimos
interlocutores las habían puesto, intencionalmente o sin querer.
-¡Ay, qué tonta esa gente! No tienen otra cosa que hacer… Realmente…-
comentaban las dos y seguían con su vida normal
Por naturaleza de sus estudios e intereses, Milena y Ana
conocían a muchos extranjeros y tenían que enfrentar muchos prejuicios que la
propaganda occidental habrá introducido con suceso en las mentes y preguntas de
sus conocidos de otros países.
-
¿Las
mujeres de Serbia son todas amas de casa que pasan el tiempo con sus quehaceres
domésticos, cuidando de los maridos e hijos?- fue la pregunta que dejó a Milena
estupefacta por un instante, hasta que se le ocurrió responder:
-
¿Y
ustedes en la Europa Occidental son tan ignorantes que no saben buscar en el
Internet ni en las enciclopedias algunas de las informaciones más básicas sobre
los países vecinos? Y, además, no veo cuál es el mal en saber mantener el orden
en tu propia casa, cuidar con todo el cariño del marido y educar a los hijos
correctamente. De tanta emancipación, algunas de las mujeres occidentales
tienen la casa hecha un desastre, el marido bebiendo o buscando otras y los
hijos apáticos, pasando horas y horas en el Facebook, sin planes ni
perspectivas a no ser un buen botellón con los amigos en la plaza central de la
ciudad…
-
¿Sabes
lo que es un botellón?- siguió la pregunta que pretendía ignorar o apagar el
resto de la información que se acaba de escuchar.
-
¡Claro! ¿Y qué esperabas? Si he estudiado
español y además estuve en España y lo vi!
-
¡Qué
maravillosas respuestas que da esta Milena, no es por nada que es mi gran
amiga!- se regocijaba Ana, admirada de la rapidez con que las palabras ciertas
salían de la boca de su mosquetera.
-
Ustedes
en Belgrado tienen aeropuerto?- le preguntó un desinformado y, ciertamente no
muy inteligente, a Ana, cuando estuvo en Portugal por primera vez.
(¡Dios mío!
Que ignorante! Pero, ¿por qué una ciudad capital europea no tendría un elemento
tan banal de infraestructura como el sitio de donde los aviones despegan y
adonde aterrizan…) Mientras estos pensamientos le pasaban por la cabeza, sonrió
y respondió:
-
No,
llegué volando con mis propias alas, que a veces me nace un par aquí atrás-
dijo mostrando sus hombros.
-
¿Ustedes
en Serbia tienen electricidad?- le molestó a Milena otro comentario malicioso.
-
Si
no hubiera por el serbio Nikola Tesla, toda la Europa Occidental y los Estados
Unidos, estarían aún hoy, leyendo a la luz de vela, buscando al hombre como en
los tiempos de Diógenes el Laercio.
-
Por culpa de la porquería de Serbia empezaron
todas las guerras del mundo en todos los siglos- perturbó nuevamente a Ana el
descaro de otro seudointelectual irritante.
-
Sí,
sobre todo la de Irak. Y la de Siria. Y la de Vietnam. Y la de Chechenia. Y la
guerra civil de Angola. Y la Revolución Mexicana. Y la de Octubre en Rusia. Además,
muéstrame, por favor, aquí en el mapa, dónde está esa “porquería de Serbia” que
tanto odias – y le prestó una agenda que en la parte de atrás tenía un mapa
político de Europa, con todos los países bien distinguidos con colores
diferentes.
-
Pues,
no sé, es que no la encuentro, es que es difícil…
-
Aquí
la tienes- acertó Ana de la primera tentativa, pues, era natural, de su país se
trataba, pero ni se imaginan el brillo triunfal en sus ojos al ver la cara
avergonzada, escondiendo la rabia y deseando chapurrear una respuesta
mínimamente inteligente, pero el fulgor de su mente brillante no se lo
permitía.
-
-
Y, además, si quieres informarte mejor sobre “la porquería” de mi país, te
sugiero que leas La Revolución Serbia
de Leopold Ranke, o Oigan, Serbios,
Tengan Cuidado con Ustedes Mismos de Rudolf Archibald Reiss, o la magnífica
novela histórica El Puente sobre el Drina
de Ivo Andrić (Premio Nobel de la Literatura en 1964, si no lo sabías) o
cualquier otra obra de referencia…
-
Ustedes
en Serbia hacen deporte?- (“Esto ya no se soporta”, pensó Milena cuando una de
las inúmeras voces mal informadas le hizo la pregunta insolente).
-
Pues,
de tanto vivir en las grutas y de tanto saltar de árbol en árbol, nuestros
jugadores de básquetbol, vóleibol y polo acuático ganaron tantas medallas de
oro, plata y bronce en los campeonatos de Europa o del mundo.
-
Las chicas de la Europa del Este son
todas promiscuas, prostitutas (y todo el
campo semántico relacionado con la temática sexual) - oyó Ana una vez detrás de
sus espaldas en el metro de Lisboa. Aunque el comentario no se refería a ella
(y además, Serbia no es propiamente un país de la Europa “del Este”, porque,
como toda la gente sabe, la Yugoslavia de Tito (a la cual pertenecía Serbia
como una de las seis repúblicas federativas) no se encajaba en el Bloco del
Este, sino a los No Alineados) y como es obvio, su propio caso desmentía las
afirmaciones insolentes del pasajero que estaba detrás de ella, sintió la
necesidad de responder, como debe ser y como Dios manda:
-
Las chicas de la Europa del Este no soportan a
los ignorantes. Y usted, señor, es uno de ellos, sin la menor duda.- dijo y
salió del metro sin llegar a ver la reacción del valentón ese que habla mal de
las mujeres “de sus lados” de Europa…
-Jajaja, qué
cosa escuché hoy- comentaban Milena y Ana, escribiendo mensajes e mails una a
la otra, o riéndose en voz alta por el Skype, porque para una amistad, como la
de dos mosqueteras, no hay distancia, ni obligaciones ni fatigas que puedan ser
un obstáculo en la comunicación.
Y voy a contar sólo una situación más en que
participaron dos amigas, cada una en su momento, para terminar el cuento con
una gotita de esperanza, ya que de risa hasta ahora habrá habido muchas…
Una vez un chico, de los modernos agnósticos o ateos, de los que, ciegos
del consumismo y placeres mundanos, no ven más allá de su nariz, empezó con
piedras y palos, a argumentar el derecho de la mujer al aborto (saben aquellas
cosas de “la mujer tiene derecho y libertad de decidir sobre su cuerpo”, “no
estamos en la época medieval”, “la mujer emancipada no puede estar en casa y
ahogarse en la rutina de educar a los niños, limpiar el caos que ellos dejan”,
“ y si una mujer quiere sólo su carrera e independencia, un hijo sería un
estorbo”, “si un hijo es el fruto de una aventura, no debe nacer”, “una mujer responsable
no quiere dar vida a un niño que no puede alimentar, si ya los tiene muchos…”)
-
Pues,
una mujer responsable no entra en aventuras de una noche, y además, si tu madre
hubiera sido tan moderna y emancipada para decidir sobre su cuerpo sin siquiera
consultar a tu padre, tú ahora no estarías aquí para echarme el sermón, y si
estuviéramos en la época medieval, tú probablemente estarías condenado por las
herejías que estás defendiendo.
El silencio,
la vergüenza y la rabia acompañaron el fin de esta conversación inútil para
quien tiene sus convicciones firmes y bien enraizadas, y para quien no tiene
oídos para las voces de burros (que, como ya hemos dicho, no llegan al cielo).
-¿Y dónde está
ese tu Dios ahora que tu padre está gravemente enfermo?- zumbó en el oído de
Ana una mozca más, de aquellas que no consiguieron entrar en una boca bien
cerrada.
- Pues, a su
lado. No es por acaso que justo en el día de una Pascua ortodoxa, cuando mi
papá estuvo en coma, y cuando los médicos dieron los pronósticos más negros y
pesimistas posibles (de él no hay nada, nunca podrá sobrevivir y si sobrevive,
estará siempre conectado a las máquinas, en estado casi vegetal), movió un dedo
(resurgió de los muertos, a la imagen y semejanza de Cristo, celebrando la
eterna victoria de la Vida sobre la muerte y de Dios sobre el Diablo), y ahora
no sólo sobrevivió, sino también anda (despacio y apoyándose en el bastón),
pero anda, luchando contra la impotencia de la medicina actual y contra los
molinos de viento que lo quieren detener.
- Pero, por
favor… es una coincidencia… Eso de la Pascua y de Cristo y de no sé qué más… ¿Y
si ese Dios es tan bueno, por qué permitió que tu querido papá estuviese en
coma y que se enfermase tanto?
- Para guiarlo
mejor t para ayudarle a entender de forma plena el valor de la salud, para
fortalecer su alma en la fe, esperanza y amor, que todavía tiene en abundancia
para dar a sus prójimos y al mundo, celebrando y glorificando el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. (Amén).
Pues, son así apenas algunas de las
respuestas valientes que dos amigas y mosqueteras serbias, profundamente
enamoradas de las culturas ibéricas, Milena y Ana, dan a muchas y muy
frecuentes preguntas insolentes, dejando a sus interlocutores (si bien que,
para alguien ser nuestro interlocutor, no le basta apenas hablar, sino también
estar a la misma altura que nosotros) sin palabras o llenos de rencor, sin
conseguir formular una sola respuesta válida y aceptable, que no sea una
tentativa más de ofender o de mostrar su (grandísima) ignorancia. “No, gracias,
de la ignorancia, ya estamos más que saturadas”, dirían con certeza absoluta
dos grandes amigas. Por estas y otras actitudes, naturalmente, tienen muchos
envidiosos. Pues, es lógico, porque, como se suele decir en Serbia, “detrás del
buen caballo se levanta mucho polvo”, sólo que, en las palabras de Ana, “el
buen caballo sigue siendo buen caballo y el polvo sigue siendo polvo” y ya
está.
Así que,
mientras cabalguen dos “buenos caballos” como Milena y Ana (pisando mucho polvo) y mientras usen la
capa de sus valores, cultura, inteligencia y fe, y la espada de sus palabras
valiosas, ni Serbia, ni sus ideales serán indefensos, ni su amistad será alguna
vez corrompida. Así es y así será hasta el mundo ser mundo y la palabra
“mosqueteras” constar en los diccionarios…
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