Un final lógico
Era una vez un colorín-colorado que se fastídio de ser empujado sempre para el final de la historia y decidió luchar por sus derechos: envio muchas cartas a los periódicos denunciando el flagrante caso de discriminación com base en los prejuicios literários, dirigió una también a la Asociación Nacional de Escritores, reclamo junto a los compiladores de los cuentos tradicionales, resolvió consultar a los especialistas, pero ni Umberto Eco ni Michel Faucoult ni Garciá Márquez le dieron respuestas.
Justo cuando terminó una carta de reclamación urgente, com todos los párrafos, comas, quexas y “sin outro asunto de momento” en su lugar, dirigida al autor de la entrada “cuento” en el Diccionario de Narratología, se vio obligado a perder sus valiosas dos horas en la fila de una oficina de correos.
Realmente, hoy en día la administración pública es una cosa de locos.
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