Sabiduría suprema
Era una vez un joven maestro de escuela recién–licenciado, que sabía muchas cosas y a quien le encantaba hacer a sus alumnos todo tipo de preguntas difíciles y hacerles adivinar los rompecabezas más complicados y pocas veces apropiados para su edad. Si lo hacía para despertar en ellos el interés y el gusto por la sabiduría o para ostentar la suya, nunca nadie lo consiguió descubrir, porque en su rostro no se notaba ni el más ligero rasgo de expresión emocional.
Un día entró en su sala de clases y se dirigió a la pequeña María con la siguiente pregunta:
-¿ Tú crees en Dios?
- Sí- dijo ella.
- Siendo así, dime una cosa: ¿Por qué razón Dios te dio justamente a tu madre y no una outra mujer cualquiera entre tantas que hay en este mundo?
- Porque Dios sabe todo y sabe también que ninguna outra madre en este mundo me amaría tanto como la mía.- respondió la niña de ocho anos.
Hubo un momento de silencio tenso y profundo. En el rostro del mastro se notó un ligero rubor, algo que nunca antes había sentido. Bajó la cabeza.
La clase continuó pero nada más era lo mismo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Olá, palavrófilo/a curioso/a,
agradeço o teu interesse e valorizo a tua opinião.