WALPOLE, Horace (1998) El Castillo de Otranto, Unidad Editorial, Madrid, 110 pp.
Escrito em 1765, El Castilho de Otranto de horace Walpole é o que hoje em dia a teoria literária designa de "novela gótica": una narración cuya acción se desarrolla en un ambiente medieval: un monasterio antiguo, las murallas de un castillo o un escenario que calramente recuerda la Edad Media. Uno de los elementos obligatorios en este subgénero de la novela es la tragedia de una familia, que tiene que cumplirse como la realización de una maldición o profecía sinistra,
situada en la Italia medieval, la acción de esta obra envuelve la figura dominante del tirano sin escrúpulos, Manfredo, un príncipe usurpador que por su ambición del poder y por el miedo a que su estirpe se extinga pretende casar a su hijo Conrado, joven enfermizo y frágil con la hermosa princesa Isabella, pero su intención no se concretiza porque sin una razón explicable, su hijo es matado por un yelmo de tamaño extraordinario. Su tiranía y falta de respeto por todos y por todo va aumentando a lo largo de la obra, hasta convertirlo en asesino de su propia hija, la bella y virtuosa princesa Matilda en un lugar sagrado.
Mientras que en la novela se mezclan lo real y lo fantástico (los espectros misteriosos, los sonidos extraños en el castillo, la religiosidad que roza los límites de la superstición), se nota también una fuerte presencia de elementos de lo que posteriormente se calificaría de imaginario romántico: los ambientes nocturnos y sombríos, las ruinas, las premoniciones, la luz de luna, el miedo de la maldición.
La obra elabora muchas cuestiones importantes que serán desarrolladas en su plenitud apenas en la época romántica tales como: el libre albedrío frente a la predestinación, la culpa y el perdón, el poder de los asesinos a perdonar, la redención, el amor como consecuencia de los propios sentimientos de los protagonistas o como una decisión combinada de los padres. Lo que hay que destacar en este libro es también la educación femenina en la ciega obediencia a los padres y maridos, o la creación de un nuevo modelo de la mujer que escoge su propio camino.
No hay que olvidar que se trata de una obra escrita en el siglo XVIII en que el carácter didáctico y pedagógico todavía están muy presentes, lo que se ve en las actitudes de Manfredo, ya arrependido y retirado a la vida sosegada del monacato, en las opiniones y consejos de su esposa Hippolita y en el comportamiento ejemplar de Isabella y Matilda.
Entre todos los personajes el mejor construido es sin duda alguna el príncipe Manfredo, que inicialmente se rige por su vanidad y ambición, por su crueldad y terror, pero que en el final se redime a través de la humildad y sincero arrepentimiento, mientras que los caracteres femininos se reducen al lugar común, al tópico medieval de doncellas bellas y virtuosas, submisas y frágiles,
Tanto en el lenguaje como en la descripción de los ambientes hay muchos estereotipos, pero hay que destacar que esta obra abrió un nuevo camino a la literatura posterior, siendo claramente un antecedente del Romanticismo europeo.
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